Proceso de Paz en Colombia
Es importante que el Ejecutivo
posterior a la firma de los acuerdos de paz con cualquier grupo insurgente o
político, realice un llamado al pueblo, para que, por medio de la participación
y pronunciamiento del mismo, se refrenden dichos acuerdos.
Esto no bastaría, pienso que ha
de ser imperativo que durante las negociaciones se incluya de manera activa
actores del proceso, victimas y organizaciones de la sociedad civil, la
pedagogía que se realice durante y después, juega un papel fundamental en la
decisión que tome el pueblo. La desinformación siempre está a flote y es esta
la que deteriora la confianza y credibilidad de la ciudadanía.
Es por ello que pienso que es muy
importante que desde todo el aparato del Estado se llegue a cada uno de los
rincones, primero para informar de manera acertada los alcances de los acuerdos,
y segundo, para que de manera masiva el pueblo acuda a las urnas y con su voto
pueda refrendar o no los mismos.
En el caso hipotético que no sea
voluntad del pueblo la aprobación de dichos acuerdos, soy claro en expresar que
esta decisión debe de ser vinculante y de obligatorio cumplimiento, pues lo dice
la C.P “… El poder emana del pueblo…”, claro está, de demostrarse que algún
actor político, haya corrompido la opinión del mismo, con fines personales, debe
de ser sancionado, y volverse a buscar la forma de que el pueblo se pronuncie
sin ningún tipo de presión o amenaza.
Cuando un país, en nuestro caso,
Colombia, marcado por décadas de guerra y sangre, acude a las urnas, lo hace
movido por múltiples emociones, pero, la más grande ellas, es el deseo de salir
de la guerra, una guerra que ha beneficiado solo a los dueños de los imperios
armamentistas y que ha dejado miles de madres sin sus hijos, hijos sin sus
padres y hermanos esperando volver a ver los suyos.
La voluntad del pueblo es la
voluntad del Poder, pues hasta los jueces de la república administran justicia
en nombre del pueblo, todo en nuestro Estado Social de Derecho, gira entorno al
poder que el pueblo entrega en sus gobernantes y no al revés; de ahí que se vea
como obligatorio que este, se manifieste y exprese su deseo en las urnas, más
que como un capricho, como un derecho inalienable, personal e intransferible;
el Estado ha de propender para que todas las herramientas estén a disposición de
generar este espacio de participación.
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